Gabriela – Cap XVII

 Los padres de Karen ya están en casa y, pese a todos los problemas que ha generado, Eduardo le comunica a su hija la buena nueva, que esta comprometida con un apuesto joven de una familia muy respetada dentro de la congregación. La joven, abrumada por el miedo a no llegar virgen al sagrado matrimonio y avergonzar a su familia, decide pedirle consejo al hombre más recto y decente que conoce, su mentor, don Urias. Sin embargo, la inocente y hermosa prometida conocerá la verdadera cara de aquel marchito hombre que ella tanto admira y respeta.

Don Lucas y sus secuaces tienen la costumbre de espiar a Evelyn, la chica más buena del barrio, a través de un perverso artilugio instalado en su habitación. La joven, inocente e ignorante de su escasa privacidad, es víctima de los primeros instintos de mujer que su bien desarrollado cuerpo empieza a sentir. Es así como esta despampanante chica cede a estas extrañas sensaciones, apaciguandolas con sus propias manos. El viejo Lucas, loco de lujuria, perderá el control y no aguantará las ganas de visitar a la inocente Evelyn en su propio dormitorio.

Gabriela debe atender a su suegra que viene a buscar a Jacobo para llevarlo al cine. La desagradable mujer distingue algo raro en la hermosa esposa de su hijo y madre de su nieto. Sin embargo, apela a su sentido común para dejar de lado sus suspicacias. Doña Romina nunca imaginaría que la pobre Gabriela mantiene oculto en su habitación matrimonial al viejo mecánico que bajo amenazas la ha vuelto a convertir en su mujer, y que, llevándose a su nieto, le esta quitando a Gabriela la única protección que tenía para calmar la bestial hambre de aquel hombre, que arde por poseerla sobre la cama donde duerme todas las noches con su amado marido.

Jessica no puede creer lo que ha visto. Laureano y su madre están teniendo relaciones incestuosas en su propia casa. La joven no puede aguantar la ira y otras muchas sensaciones inexplicables que la dominan. Decide encarar a su hermano y enfrentarlo ante la atrocidad que está cometiendo. Sin embargo, para sorpresa de la atractiva hermana, el muchacho se defiende, asegurándole que Mónica, su madre, lo ha seducido; y para demostrárselo le propone una morbosa prueba. Por si fuera poco, el malévolo y desquiciado Laureano, no resiste las ganas de seguir castigando a su madre una vez pasado el efecto de la droga usada para calentar a vacas y yeguas.