Gabriela

Alberto será testigo del escenario más hermoso visto en su perra vida. Gabriela se entregará al insano sujeto de formas desconocidas para ella, por lo que sufrirá y gozará hasta los mismos extremos de su cordura. Roger David, en este capítulo de doble duración, no solo nos introducirá en la aventura más turbulenta vivida por Gabriela hasta el momento, sino que con su genialidad narrativa nos meterá dentro de la miserable casucha del recién aparecido Alberto, el vergudo bribón que ha sido bendecido como amante de nuestra dorada amazona de ojos azules.

Don Alberto, el flacuchento recién aparecido, vivirá uno de sus sueños más anhelados al interior de su baño de soltero, sin imaginar las perversas lujuriosidades que aún le depara esa noche junto a tan notable rubia. Mientras, Gabriela, dejándose llevar por las ocurrencias de aquel ordinario sujeto, continúa prometiéndose que está haciendo todo eso solo con el objetivo de recuperar su dinero, y que ella no es una mujer de la vida. Sin embargo, sus cuestionables acciones no son para nada consecuentes con tales planteamientos.

Gabriela, sin reaccionar del todo, con su cuerpo desnudo y contaminado de inmundicias, no sabe muy bien lo que ha ocurrido. Don Alberto, en un estado muy similar al de nuestra rubia, después de entender que lo que está viviendo es real y no un sueño, no perderá el tiempo para seguir disfrutándola. Nuevas sensaciones e inesperados deseos son los que podrán a prueba a nuestra potentada protagonista en medio de los bajos deseos de aquel flacuchento hombre recién aparecido en su vida. La noche continúa.

La lujuriosa noche continua en la miserable vivienda del flacuchento recién aparecido. El tal Alberto, que no pensó en consecuencias a la hora de consumar con Gabriela el acto que le estuvo vedado de por vida, se las está pasando de lujo. Gabriela, apenas consiente a causa del traumatismo, tendrá que soportar la lujuriosa tortura de aquel animal. Ninguno imagina las emociones, sufrimientos y placeres que experimentarán en total descontrol.

Roger David siempre ha sido un maestro a la hora de describir las pasiones y actos más salvajes y acalorados. Sin embargo, con esta escena parece haberse superado a sí mismo. Es sin lugar a duda uno de los actos sexuales más brutales que me ha tocado visualizar a través de una narración escrita. Y Gabriela es ciertamente la perpetradora perfecta de tal hazaña. Roger David de vuelta en gloria y majestad.

En el presente capítulo, nuestra rubia Gabriela aún está encerrada en la casucha del tal Alberto. Llevada por las distintas sensaciones que le dicta su más femenina sensualidad, y por la necesidad de llevarse el millón de pesos que el flacuchento dueño de casa le ha robado, sufrirá una terrible experiencia, la más bestial vivida hasta ese día, inclusive poniendo en riesgo su vida. ¿Será el cuerpazo de Gabriela capaz de resistir el cruento desafío sexual al que será sometido?

Gabriela está desnuda en la cama de soltero de don Alberto, el flacuchento. Si bien siente emociones incitantes debido a lo que le ha tocado vivir bajo ese techo, no sabe si será capaz de albergar dentro de su cuerpo las grotescas dimensiones de la masculinidad del recién aparecido. Será este mismo, don Alberto, quien deberá convencer a la rubia de que no hay nada que temer. ¿Lo logrará?

Gabriela se acaba de enterar de quién tiene su dinero. Tendrá que sopesar qué tanto necesita recuperar ese millón de pesos, una cuantiosa suma que bien podría aliviar su incierto futuro. Pero es obvio que tendrá que pagar un precio. Nada es gratis en esta vida. En tanto, don Julián y el canoso Hugo seguirán ideando la fórmula para engatusar a la rubia y llevarla a la casa de su flacuchento amigo Alberto para terminar el inconcluso contrato que tienen pendiente con Gabrielita. Sin embargo, con tamaña hembra en juego, la lealtad entre los jubilados se tornará más débil que nunca.

Las razones del sorpresivo llamado de Gabriela a don Julián, uno de los tres viejos que la iniciaron en el arte de la prostitución, quedan reveladas en este imperdible capítulo. Los inestables sentimientos de Gabriela, los mismos que ella negaría hasta la muerte, la terminaran conduciendo hacia situaciones impensadas. Nuestra encomiable rubia no dejará de sorprendernos. Sus decisiones y acciones demostrarán la necesidad de cariño y pasión que embarga su corazón y su cuerpo. Ahora solo queda averiguar si el triunvirato de jubilados será capaz de aprovechar las debilidades de tan portentosa hembra.

Luego de la inoportuna llegada de María a la casa de Gabriela, Pablo, el Chango, hará todo lo que este a su alcance para demostrarle a su amiga y exnovia que él está a la altura de acostarse con esa belleza que es la mujer de su expatrón, el difunto don Cipriano. Por lo demás, Gabriela quedará encantada con una inusual invitación. Y, por si esto fuera poco, el vetusto triunvirato de jubilados que tuvo el honor de casi emputecer a nuestra bella rubia se ve sorprendido por un inesperado acontecimiento.

Gabriela, esta vez llevada por la nostalgia, y por tantas otras emociones que solo ella puede comprender, ha terminado acostada con Pablo, el Chango. Olvidada momentáneamente de la muerte de don Cipriano, seguirá compartiendo su cama con el peludo muchacho. Sin embargo, una incómoda situación la devolverá a la realidad.

Gabriela se encuentra devastada con la noticia de la muerte de don Cipriano. Es la inmisericorde soledad, la desprotección, y la falta del hombre al cual según ella amaba, lo que la ha dejado en extremo vulnerable; al extremo de hacerla pensar que pasar una noche siendo amada por alguien de sentimientos nobles podría ayudarla a sentirse mejor. Entonces ahora solo cabe preguntarse: ¿el Chango será capaz de estar a la altura de una hembra como Gabriela?

Tras apenas superar el ardiente desliz en el mercado, Gabriela recae en ensoñaciones en extremo lujuriosas. Intentará por todos los medios posibles no dejarse llevar por los ímpetus que comienzan a dominar su cuerpo, sabiendo que estos podrían llevarla a la perdición. Por otro lado, una entretenida tarde entre antiguos amigos se transformará en una pesadilla. Secretos destapados, que desencadenarán sufrimientos rezagados, encaminarán otra vez a nuestra esplendida rubia a terminar desnuda en una cama en compañía masculina.

La normalidad parece haber vuelto a la vida de Gabriela; o al menos eso piensa ella. Sin embargo, extrañas ensoñaciones, y ciertas vivencias, se esfuerzan en devolverla a la pesadilla vivida hace una semana. Nuestra rubia, por más que intenta aceptar que ese millón de pesos está perdido, no lo logra. Mientras intenta sobrellevar su vida de forma cotidiana, ni se imagina los planes que tiene para ella su desdichado destino.

Gabriela se verá profundamente humillada al ser expuesta casi desnuda a un grupo de extraños. Una de los viejos con los que está encerrada se sentirá el hombre más afortunado del mundo al saber que se quedará por unas buenas horas a solas con ella. En tanto, el diabólico mecánico de don Pedro Ventura, aparecerá en escena volviendo a recordarle a la rubia las suculentas cantidades de dinero que podrían ganar juntos si ella decide seguir alquilando su majestuoso cuerpo.

Los tres amigos continúan pasándosela de lujo con nuestra complaciente Gabriela, quien completamente desnuda se muestra dispuesta a complacerlos sin ningún tipo de perjuicio. Sin embargo, la rubia, al darse cuenta de que ese tal Alberto muestra serias pretensiones de querer ser el primero en darle por detrás, caerá en un imprevisto estado de cordura, pues ese hombre se gasta una herramienta de dimensiones animalescas. ¿Podrá el recién aparecido convencer a nuestra rubia para que lo deje perforarla por su conducto posterior? Sucesos tan perversos como imprevistos se sucederán en este capítulo.

Finalmente, nuestra desorientada Gabriela, después de haberse ido con dos hombres desconocidos de ese restorán de mala muerte, y habiendo terminado al interior de una deplorable vivienda periférica, sucumbe al alcohol, a una excitación perversa, y a las patrañas del trio de facinerosos que ansían poseerla. Los tres amigos pretenden sacarle el máximo provecho a esa imponente rubia durante esos dos días que apenas están comenzando. Lo que no saben los pelafustanes esos, es lo insaciable y vigorosa que se pone Gabriela cuando se le sabe excitar. ¿Alguno de ellos se la podrá con nuestra Diosa?

Gabriela se encuentra sobrepasada a causa de las malas decisiones que ha tomado. Sin embargo, se sorprenderá a ella misma y a esos tres viejos afortunados con las cosas que es capaz de hacer cuando se siente excitada. El trio de compinches disfrutarán en demasía de la inusual función que les brindará la fantástica hembra que tienen a su merced en la casucha del recién aparecido Alberto. El primer emputecimiento comercial de Gabriela parte de una forma en extremo perversa.

Gabriela, tras la larga noche de acaloradas vivencias junto a sus dos nuevos amigos, don Julián y don Hugo, se decide a acompañarlos a la casa de un sujeto desconocido.  Nuestra rubia, algo borracha, intentará cumplir con lo comprometido sin mucho entusiasmo. Sin embargo, al interior de aquella extraña casa, desbordará tanta sensualidad que difícilmente podrá contener las ganas de sus dos nuevos amigos y el simplón recién aparecido, que está decidido a jugársela para obtener algo de aquel manjar de ensueño que sus amigos han metido a su casa.

Nuestra rubia tendrá que sortear una humillante prueba impuesta por el par de vejestorios. Sin embargo, eso no es nada. Ni se imagina la terrible decisión que tendrá que tomar ante otra brillante idea orquestada por el lujurioso Hugo. Don Julián, dividido por las emociones, no sabe si ponerse del lado de Gabrielita o dejarse llevar por las deliciosas abominaciones ideadas por su compadre. Lo que en la literatura tradicional se conoce como “el camino del héroe”, nuestra fascinante musa lo recorre como toda una puta.

Gabriela no está segura si les cumplirá a esos hombres con el lujurioso pacto acordado. Sobre todo, debido a las facinerosas pruebas a las que los veteranos la someterán para flagelar tanto su moralidad como su cuerpo. Entonces, ¿qué hará Gabriela ya a las afueras del restorán? ¿Seguirá con el curso de los perversos acontecimientos que le esperan? ¿Se arrepentirá optando por intentar recuperar su vida? ¿O finalmente sucumbirá al abandono, adentrándose al oscuro mundo que le ofrece su excuñado?

Una ebria Gabriela continúa entreteniendo a esos dos viejos, que cada vez se sienten más excitados en presencia de esa rubia beldad y las bondades de sus formas femeninas. Entre bailes, conversaciones e intrigas lujuriosas, con nuestra rubia resistiéndose hasta el cansancio ante las exigencias de su propio cuerpo, el trio llegará a un singular acuerdo; uno que Gabriela jamás habría vislumbrado.

Definitivamente el ambiente en el ordinario antro en el que Gabriela fue abandonada por don Pedro se pone más candente a cada momento. Nuestra rubia, con la mente dormida por el alcohol, aunque juguetona como siempre, sigue diciéndose que sabrá manejar la situación. La diva comienza a darles pequeñas probaditas de lo suyo al par de vejetes, y logra, sin ser consciente de ello, el descontrol absoluto de los veteranos. La acalorada noche de juerga continua, tomando direcciones cada vez más peligrosas para la bella Gabriela.

Gabriela se siente aterrada compartiendo su mesa con un hombre desconocido. Aún no se explica cómo fue capaz de llevar a cabo la enajenación propuesta por su cuñado. Sin embargo, el alcohol poco a poco empezará a confundirla. La noche es joven y, con el paso de los minutos y los tragos, nos ira mostrando a una Gabriela más distendida. Son muchos los hombres en aquel restorán que tienen los ojos puestos en la flamante rubia. Pero finalmente será solo ella quien escogerá al afortunado que logrará sacarla de aquel ordinario antro con destino incierto.

Nuestra rubia Gabriela está decidida a demostrarle a su asqueroso cuñado que no todos los hombres son iguales. Sentada a solas en una de las mesas de aquel tugurio de mala muerte, bajo la vigilante mirada de don Pedro, inicia una tímida provocación a un hombre desconocido. Lo único que espera es que ese señor no reparé en su inapropiada conducta, o que la ignoré. Pero la situación comienza a complicarse. Este será el prefacio de la larga noche que le espera.

La entretenida noche en el restorán de mala muerte continua. Don Pedro poco a poco está dándole a entender a Gabriela sus infames intenciones. Nuestra Gaby, con todos sus femeninos sentidos en alerta, se negará rotundamente a dejase arrastrar por las falacias de su asqueroso cuñado. En ningún caso estará dispuesta a ejercer la prostitución. Sin embargo, no logrará zafarse de la insistencia malintencionada del vejete, quien no tardará en idear una estrategia que pondrá en jaque a la ya mareada rubia.

Nuestra Gabriela se encuentra dubitativa. Después de lo que don Pedro le hizo en su última visita, no sabe cómo reaccionará cuando su cuñado llegue a buscarla. Sin embargo, se preocupa de esperarlo con un increíble acicalamiento corporal, uno que podría matar de un infarto a cualquier mortal que tuviera la fortuna de llevarla a la cama. Un viejo amigo llega a visitarla y la saca momentáneamente de los amargos momentos que está viviendo. Nuevos sentimientos, inclusive inimaginables, aflorarán en su compungido corazón.

Han pasado días desde la última visita de don Pedro. Gabriela, terriblemente afectada por lo sucedido, acepta que su vida ha tomado un rumbo incierto, y que debe hacer algo rápido para tratar de recuperar su felicidad. Pasa otro mal rato en el mercado, haciendo sus compras, antes de decidirse a realizar una visita a su antigua vida, a la familia que dejó atrás por razones que hoy apenas entiende.

Gabriela esta desesperada. Nunca entes, ni con don Cipriano, se había sentido tan vulnerada. Sin embargo, la lujuriosa visita de don Pedro, gracias a un bombardeo de viles abusos, harán que Gabriela termine por sufrir emociones alucinantes. La rubia, sin saberlo, sellará su desdichado destino apagando la última luz de esperanza que aún quedaba de su antigua vida de casada.

Tras la extraña experiencia con el hombrecillo del mercado, Gabriela decide darse un momento para la meditación en la soledad de su hogar. Casualmente, encontrará cierto material que en definitiva le ayudará a clarificar sus verdaderos intereses. Por otro lado, la rubia está empecinada en volver a recuperar parte de su antigua estabilidad. Sin embargo, una horrorosa humillación la devolverá a la realidad, a darse cuenta de que el único aliado que tiene en esta vida, al menos por ahora, es su ordinario cuñado.

La ardiente noche de Gabriela con don Pedro continúa. Sin embargo, habrá ciertos sentimientos que llevarán a la rubia a replantearse todo lo que está haciendo. Sin amigos con quien contar, con nostalgia sentirá el peso de la palabra soledad. Cierto personaje la va a sorprender con una entretenida, pero lujuriosa conversación que la dejara inquieta. Será el inicio de una larga, pero ardiente amistad.

Después de la dolorosa ruptura de su relación con don Cipriano, Gabriela se siente abrumada. En ese estado es otra vez abordada por su infame cuñado, que, aprovechándose de su estado, la invita a una prometedora noche de diversión. La rubia, ajena al perverso plan ideado por su cuñado, vuelve a caer en su red de patrañas. Le es extraño, pero cada día que pasa, ve con más confianza a ese hombre, el único que se ha preocupado por ella después de todas las desgracias que le han sucedido. Inocente, ni se imagina la agotadora noche que le espera al dejarse llevar por ese miserable viejo.

El velorio de don Cipriano Ventura se lleva a cabo con masiva concurrencia. Gabriela, ignorante de lo que está ocurriendo en la otra casa de su macho, ha pecado acostada todo el día con su cuñado, según ella, vengándose. Sin embargo, ciertas novedades no tardan en hacerle comprender que su vida sigue en franca declinación. Una desvergonzada treta de don Pedro termina por volverla a sumir en el sufrimiento y la confusión. Por si fuera poco, doña Ernestina comienza a hacer los preparativos para darle la batalla final a la mujer que se atrevió a arrebatarle a su marido.

Gabriela continua en vigilia. A pesar de la humillación de haber sido botada del hospital, cree que su deber como mujer de don Cipriano es quedarse fuera y esperar noticias de su estado. Una conocida figura masculina se ofrecerá a hacerle compañía en el transcurso de la noche, y la potente rubia, al sentirse menoscabada por doña Ernestina y toda su familia, volverá a caer en las argucias de su maquiavélico cuñado. Sensaciones desconocidas y perversidades innombrables despertarán en la femenina sensualidad de Gabriela, obligándola a ir por caminos desconocidos, pero muy placenteros. Sin embargo, mientras ella goza, una desgracia de proporciones destruirá su nueva vida.

Gabriela está celosa. Intentará por todos los medios posibles impedir el viaje que su macho pretende realizar en compañía de María. No obstante, una tremenda tragedia viene a sacudir la vida, tanto de Gabriela como la de casi todos los personajes que circundan su nueva vida. Don Pedro, vivaz, se mantendrá al acecho para aprovechar la más mínima oportunidad para volver a llevarse a la rubia a su cochino catre.

Han pasado casi dos meses desde la trágica perdida de Gabriela. Don Pedro, quien ansia volver a acostarse con la rubia, se encuentra desesperado al no saber nada de ella. Gabriela, muy arrepentida por lo que hizo con su cuñado, intentará congraciarse con su don. Sin embargo, un doloroso engaño volverá a hacerla sufrir. La rubia, con desesperanza, poco apoco empezará a sentirse extraña y amenazada en ese mundo lleno de traición y de lobos hambrientos de su cuerpo.

Gabriela continúa con la bestial tarde de sexo con su cuñado. Cuando todo acaba, la culpa y el arrepentimiento toman por asalto sus emociones. La bella rubia se da cuenta de la insensatez cometida. Sin embargo, aquellos acuciantes sentimientos no significarán nada ante las nefastas consecuencias de su nueva infidelidad. En tanto, don Pedro, a espaldas de todo el mundo, cierra un lujurioso negocio con el negro Felipe.

Don Pedro al fin tiene a la bella Gabriela en sus dominios. Será al interior de su destartalado camper donde el vil mecánico aprovechará todas las instancias que se le presenten para lograr que su gloriosa cuñada se decida a mantener relaciones sexuales con él. Gabriela, con las fotografías y el video que evidencian la infidelidad de su don, está confundida; vulnerable frente a las insanas intenciones del vejete.

Gabriela está llena de dudas debido a las aseveraciones de don Pedro. En la visita a la miserable casucha encuentra ciertos indicios que podrían incriminar a su don. Una parte de ella desea y necesita creer en las palabras de don Cipriano. Sin embargo, serán los celos los que la llevarán a querer indagar más a fondo en aquel espinudo asunto. No se da cuenta de que sus deseos por conocer la verdad podrían estar llevándola a cometer otro gran error en su ya complicada vida.

Don Pedro continúa con sus viles intenciones de acostarse con Gabriela, su hermosa cuñada. Son tantos sus deseos de pegarle una buena probada que pone en marcha una maquiavélica treta con la cual pretende implantar una semilla de inseguridad en la mente de la rubia. Ignorante de los planes de su hermano, Cipriano ha preparado una increíble celebración en honor a su nueva hembra, y Gabriela se siente muy feliz disfrutando con su macho. Sin embargo, su miserable cuñado llega a aguarle la fiesta; y no viene solo, sino que acompañado de una despampanante jovencita llamada Evelyn.

Gabriela por fin se ha separado de su marido llevada por ese fuerte sentimiento de amor hacia la amachada figura de don Cipriano, el vil mecánico que no dudó en arrancarla de su seno familiar a base de engaños y patrañas. La ilusionada rubia se siente enamorada. Está decidida a partir desde cero con su macho haciendo frente a las adversidades que se les puedan presentar. Sin embargo, su destino no será como el cuento de hadas que imagina. Desde ya se advienen nuevas desgracias que marcarán su vida, con hombres lujuriosos que desearán llevarla a la cama. La puesta en escena de don Pedro, su miserable cuñado, será desde el día uno una pesadilla para la encomiable Gabriela.

Gabriela y don Cipriano han estado pasando una tarde maravillosa en la oficina con cama del Pie Grande. La rubia, habiendo superado su alterado estado psicológico y ya decidida a abandonar a su familia, empieza a imaginar su futura vida junto a su nuevo hombre. La pareja de amantes se siente feliz; sin embargo, cuando ya se disponían a sellar el vil compromiso de la forma que a ellos más les gusta, una improvisada visita llega a interrumpirlos.

Gabriela está encantada con la declaración que le hizo don Cipriano. El viejo, aprovechando su notorio cambio de ánimo, la presiona para volver a hacerla caer. Sin embargo, en la mente de la rubia, el recuerdo de su hijo y las promesas hechas a su marido le harán la tarea difícil al miserable vejete. En tanto, en el departamento de Gabriela, un Cesar desesperado ve pasar las horas sin la llegada de su mujer. Poco a poco empieza comprender lo que está sucediendo, más con unas enloquecedoras revelaciones que le hace su propio hijo. Esto último lo obliga a ir a buscar a su descarriada esposa.

Han pasado semanas desde que Cesar descubriera a Gabriela acostada con el mecánico en su propio lecho conyugal. Sin embargo, como lo dicta la madre naturaleza, después de toda tormenta viene la paz y la calma. Cesar la ha perdonado, incluso, contrariando la opinión de su propia madre. El quebrantado matrimonio ha decidido poner todo de su parte para volver a la normalidad. Gabriela ha aceptado que su relación con el mecánico fue un completo error y que su deber es quedarse junto a su esposo y su hijo. Pero, para poder mirar a Cesar a los ojos deberá ser ella misma quien de una vez por todas ponga fin a esa toxica relación; por lo que decide ir al taller de don Cipriano y notificarlo de su irrevocable decisión.

El hogar de Gabriela quedó hecho trizas después de la abrupta llegada de Cesar. ¿Qué reacción puede tener un hombre después de sorprender a su esposa en los brazos de un perfecto desconocido? Sentimientos cochinos y desagradables son los que se apoderan de Cesar en aquel angustiante momento. Entre Insultos, menoscabos e improperios, el pobre busca aplacar su triste realidad. En tanto, por los pasillos del edificio, un ejército de vecinos, comandados por don Carlos Bernabé, se entera de lo que está sucediendo al interior del departamento del matrimonio Guillén.

Don Cipriano quiere que el Chango se haga del cuerpo de su sobrina a como de lugar. Para eso ha dispuesto un plan para que los muchachos se prendan durante una fiestecita que ha preparado en el departamento de Gabriela. El joven mecánico y la bella edecán serán testigos de como el viejo afortunado posee las delicias que Gaby esta dispuesta a darle. Sin embargo, ninguno de ellos se imagina quién esta próximo a llegar a aguar la fiesta.

Don Cipriano la está pasando de maravilla junto a su Diosa. Pero hay una situación que lo pone mal y lo hace sentir celos. Esto lo llevara a poner a Gabriela casi al límite, haciéndola decidir por su matrimonio o por él.

La pareja, desprevenida y feliz, planea hacer una pequeña fiesta en el departamento de la rubia sin sospechar lo que se avecina. A su vez, entrará en acción la perversa figura de don Pedro, hermano de don Cipriano. El desalmado familiar, durante una tarde de trabajo junto a su hermano, le propondrá una excelente idea para que pueda salir de sus problemas económicos con el negro Felipe. A la vez se da cuenta de que Cipriano le está escondiendo algo, y no descansará hasta saber de qué se trata.

La señora Romina irá a dejar a su nieto a la casa de los Guillen; lugar donde Gabriela está viviendo una verdadera luna de miel junto al desalineado mecánico. La dolida suegra, segura de la infidelidad de Gabriela, buscará la forma de poder desenmascararla ante su incrédulo hijo. Sin embargo, la casada hará todo lo posible por no interrumpir la estadía de su macho en su hogar, llegando a cometer, tal vez, el error más grande su vida.

Don Cipriano, atento a todo lo que su rubia está haciendo por él, la pondrá a prueba. El viejo, en plena vía pública, deseará medir hasta que nivel de excitación puede llegar a estar la rubia cuando se encuentra bajo su dominio.

Don Cipriano despide a su hermosa amante de su taller. Gabriela apenas se puede la cara de la verguenza, pues su amiga María y el Chango, trabajadores del Pie Grande, se dieron cuenta de lo que había hecho con el viejo mecánico durante la hora de colación. Sin embargo, esta pequeña grieta en el secreto de su infidelidad no es nada comparado con los acontecimientos que se empezaran a suscitar. Un descuido de la despampanante rubia gatillara la catástrofe de su vida. Por otro lado, Gabriela empieza a sentirse mal, antojos y nauseas preocupan a Cesar, quien ni se imagina el origen de los malestares de su esposa.

Don Cipriano recibe la visita de Gabriela en el Pie Grande, el Taller mecánico que acaba de recuperar al reconciliarse con su mujer. La hermosa rubia esta decidida a terminar definitivamente la corrupta relación que ha mantenido con él y devolverle su mugroso colgante; o eso es lo que ella cree, pues el viejo tendrá mucho que decir al respecto. Mientras esto sucede, los trabajadores del taller se preguntan qué hace una mujer casada, tan hermosa como la antigua y exuberante edecán del taller, entrando a la oficina con el patrón. De hace tiempo que corren los rumores, y esta es la oportunidad del viejo para demostrarle a todos de quien es de verdad esa hembra.

Gabriela está confundida. Don Cipriano no la ha llamado como le había prometido. Esta angustia empieza a notarse y a despertar sospechas en Cesar y su suegra. Suceden cosas que empujan a la deseable rubia a cometer ciertas estupideces que podrían costarle muy caro. ¿Qué le deparar el destino a la hermosa y confundida esposa? ¿Cuanto tiempo más podrá mantener esas mentiras que ocultan su desvergonzada infidelidad?

Gabriela sigue disfrutando del día que le ha regalado a don Cipriano, a costa de mentirle descaradamente a su marido. De múltiples formas seguirá convenciéndose que Cesar no es hombre para una mujer como ella. Por otro lado, el arrebatado mecánico esta decidido a hacerla su mujer, de llevársela lejos y formar familia con ella. Mientras, Cesar, el ignorante marido, no acaba de mimar a la que cree es una fiel esposa, lesionada por un ejercicio mal hecho, y que se atiende con dolorosos tratamientos en una elegante clínica en la ciudad.

Gabriela encontró la forma de evitar el contacto intimo con su marido. Sin embargo, la mentira que inventa también complica sus opciones para verse con don Cipriano, el único hombre que ha conocido que es capaz de complacer sus deseos más salvajes. ¿Cómo se las arreglará para despistar a Cesar y verse con su Don? ¿Qué ronda en su cabeza cuando su viejo amante la solicita? ¿Miedo? ¿Solo deseo? ¿Quizá algún sentimiento prohibido que complicara su vida de forma irreversible? ¿Hasta cuando podrá ocultar sus pecados de su marido?

Después de los acalorados días que Gabriela vivió con don Cipriano, la hermosa casada debe volver a la realidad, ya que Cesar, su marido, esta pronto a volver a casa. La rubia, sin estar muy segura del por qué, siente rechazó ante la idea de volver a mantener intimidad con su propio esposo, el padre de su hijo. Sin embargo, sabe que Cesar vuelve con ansias de cobrarse toda la confianza que le brindó antes de irse a su turno fuera de la ciudad.

Ya es de mañana. Después de la acalorada noche en el dormitorio de la idílica rubia, don Cipriano duerme, exhausto por el esfuerzo de satisfacer el cada vez más voraz deseo de Gabriela. La hermosa madre le había prometido a su pequeño Jacobo que lo llevaría a los juegos mecánicos, pero debe cambiar sus planes y volver a distraer a su hijo para ir a atender al obeso y feo mecánico. Sin embargo, pese a todo lo que uno se podría imaginar, esta vez es la rubia la que sorprenderá al vil sujeto, confirmándole lo que le había dicho la noche anterior en pleno éxtasis, con acciones tan ardientes como infieles.

Gabriela trata de hacer dormir a su hijo mientras don Cipriano la espera acostado en su cama matrimonial. El viejo piensa como sacarle provecho al esplendoroso cuerpo de la rubia, quizá entregándola como moneda de cambio para saldar sus deudas antes que le corten el cuello o verse obligado a huir de la ciudad. ¿Qué estará dispuesta a hacer Gabriela para satisfacer al mecánico? ¿Cómo se las arreglará para que el pequeño Jacobo no se dé cuenta de la terrible traición que está cometiendo?

Gabriela no sabe por qué, pero ha invitado a ese hombre a cenar. Después de la increíble noche pasada con él en aquella casucha, la adorable rubia no resiste las ganas de citarlo para que cené con ella en su casa y pasen la noche juntos en su dormitorio matrimonial. ¿Qué está pasando por la cabeza de Gabriela? ¿Cómo se las arreglará para que el pequeño Jacobo no se dé cuenta de la terrible traición que está cometiendo su madre? ¿Por qué ese acicalamiento tan preocupado para recibir al don Cipriano? ¿Qué hará el viejo mecánico para demostrarle a la fabulosa hembra que él es un hombre mucho más macho que su marido?

Gabriela cede al acuerdo que tiene con don Cipriano. Inocente a la verdad que su cuerpo parece entender mejor que ella, la joven y hermosa esposa se aventura a pasar la noche con el hombre que ha sabido gozar de su belleza a costa de engaños y amenazas. Grande fue su sorpresa al ver el lugar donde fue arrastrada mientras su marido jura que esta divirtiéndose inocentemente con unas amigas. Sin embargo, un acuerdo es un acuerdo, y la monstruosa herramienta del viejo mecánico esta dispuesta a cobrárselo todo.

Gabriela a hecho un pacto con el Diablo. A cambio de que por fin la dejen tranquila y que pueda volver a su vida, don Cipriano le ha pedido solo un mes de relación. La rubia ha aceptado sin medir las consecuencias del acuerdo. Cesar vuelve de su turno de trabajo fuera de la ciudad y es recibido por una mujer completamente distinta a la que dejó. Sus dudas acerca de la infidelidad de su querida Gabriela se desvanecen mientras hacen el amor en la intimidad de su cuarto. Sin embargo, el mágico momento se ve interrumpido por fuertes golpes a la puerta. Alguien llama desesperado, o iracundo. ¿Quién podrá ser?

Gabriela debe atender a su suegra que viene a buscar a Jacobo para llevarlo al cine. La desagradable mujer distingue algo raro en la hermosa esposa de su hijo y madre de su nieto. Sin embargo, apela a su sentido común para dejar de lado sus suspicacias. Doña Romina nunca imaginaría que la pobre Gabriela mantiene oculto en su habitación matrimonial al viejo mecánico que bajo amenazas la ha vuelto a convertir en su mujer, y que, llevándose a su nieto, le esta quitando a Gabriela la única protección que tenía para calmar la bestial hambre de aquel hombre, que arde por poseerla sobre la cama donde duerme todas las noches con su amado marido.

Cesar no entiende el comportamiento de Gabriela. La ve llorar sin razón y la ha sorprendido haciendo cosas en el baño que lo han dejado realmente sorprendido. La fascinante esposa y madre no puede más con la culpa por el gran error que cometió, no ya solo una vez, sino que dos veces. Esta decidida a confesarle todos sus pecados a su marido y esperar que él la perdone. Sin embargo, se entera de un secreto familiar que la hará entrar en razón. Por su parte, Cipriano, habiéndose dejado llevar por el deseo frente a su esposa, esta pasando las penas del infierno. Pero ninguna de sus penurias se compara con la incomprensible indiferencia de la bella rubia que lo trae muerto de la calentura. Iracundo, decide que llegara hasta las últimas consecuencias para encarar a Gabriela, cobrarle su promesa de volver a verlo y hacerla suya otra vez.

Gabriela está enterada de la relación que mantiene Cesar, nada menos que con su mejor amiga, Lidia. El día de su aniversario ella estaba dispuesta a perdonarlo, asumir el castigo por su propio acto de infidelidad, cometido con Cipriano, aquel hombre que se hizo pasar por un buen samaritano cuando lo único que quería era encamarse con ella. Sin embargo, para su desgracia, su marido la engaña para irse con su amante. Ya nada será igual en su vida. No sabe a quien recurrir para ahogar sus penas, necesita hablar con alguien del dolor que siente en su corazón. El único destino que encuentra es con su amiga María, sobrina del infame mecánico. Pero ella solo puede recibirla en su casa, pues esta ayudando en una fiesta del barrio, una reunión de amigos y familiares, donde el viejo Cipriano se llevará la sorpresa de encontrar a la preciosa y resentida rubia.

Gabriela sufre los días más difíciles de su vida. Esta muy arrepentida por haberse dejado poseer por otro hombre. No puede creer haber sido capaz de serle infiel a su marido con un hombre tan detestable e infame como don Cipriano. Sin embargo, cuando creía que por fin saldría de aquel infierno, empieza un calvario enmarcado por el karma. Nuestra preciosa Gaby empieza a sospechar que Cesar, su amado esposo, la esta engañando nada menos que con su mejor amiga. Más sola que nunca, se ve en la necesidad de buscar ayuda y consuelo en un lugar que volverá a ponerla bajo el acecho de aquel insano viejo que no puede dejar de pensar en su exuberante cuerpo.

En este primer capítulo nos adentraremos en el día a día de Gabriela. Conoceremos las complicaciones que arrastra, en el trabajo y en su vida personal, al poseer un físico tan atrayente. Seremos testigos de la truncada relación que tiene con su suegra, quien no hace más que alimentar las inseguridades de su celoso marido con infundadas acusaciones. Y por supuesto, sabremos como sucedió el primer contacto con don Cipriano, el hombre que destrozaría su vida por los meros placeres de la carne.