Paulina

Paulina está sola en su casa con don René, el vecino que le puso una trampa a su madre para abusar de ella. La pobre muchacha, víctima de las nuevas sensaciones que la inundan, no pudo resistir dejarse caer en la trampa de ese infame sujeto y seguir su juego. Ahora se encuentra en su cuarto, casi desnuda y a su merced. Su virginidad ya le fue arrebatada, pero nuestra Paulina aún tiene mucho que aprender.

Después de las perversas experiencias que Paulina ha vivido en la escuela, el Director se apiada de ella y le permite retirarse temprano. La joven, lejos de estar molesta, enojada o traumatiza, vuelve a casa con ansias de contarle a su diario todo lo que ha experimentado. Sin embargo, la apacible tarde no tarda en ser invadida por turbios acontecimientos que pondrán a prueba la poca moral de nuestra preciosa jovencita.

El relato de su madre genero extrañas sensaciones en Paulina. Ansiosa por inmortalizar lo vivido, esa misma noche se apresuró a encerrarse en su habitación para escribirlo todo en su íntimo diario de vida. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa cuando no lo encontró en su mochila. Estaba segura que lo había llevado a clases, temerosa de que su madre descubriera lo que le había pasado en el autobús con aquel hombre. Apenas pudo dormir esa noche. Nuestra joven protagonista no tardara en descubrir quién robo su diario y cuál será la forma de recuperarlo.

Después de lo ocurrido en el bus, Paulina debe aceptar las nuevas sensaciones que desarrolla su cuerpo. Como si estuviera destinada a seguir descubriendo un mundo desconocido para ella, se ve envuelta en una extraña situación en la escuela. Una persona que había pasado completamente desapercibida para ella durante mucho tiempo, se vuelve el principal sospechoso de haber aprovechado su soledad y descuido. Aún afectada por todo lo vivido últimamente, la hermosa joven se llevara una gran sorpresa al llegar sorpresivamente temprano a su casa. No entiende que esta pasando en su vida. Ni ella, ni sus seres mas queridos, estarán libres del deseo que ronda sus destinos.

Toda historia debe comenzar en algún sitio. Este lugar puede ser un mundo lleno de magia, de castillos encantados y príncipes heroicos y valientes, como en las historias de princesas que solía contarme mi madre. Pues mis aventuras empezaron sin ese encanto, solo la magia que empezaba a convertir mi cuerpo en el de una mujer con nuevas necesidades se hizo presente ese día. En un lugar tan común como inesperado. Y, a falta de un príncipe valiente, me encontré con un ogro malvado.